Si tras una dura jornada aún tienes que estar espléndida para salir a cenar, tomate unos minutos para relajar tu cutis y conseguir que recobre todo su esplendor: llena un bol con cubitos de hielo y deja que se derritan un poco mientras te vas dando una ducha. Una vez seca, introduce la cara dentro del bol y aguanta unos segundos; tampona con una toalla y repite dos veces más.
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