No crea que todo está perdido. Si se trata de pequeñas burbujas, estas desaparecerán por sí mismas cuando el papel se haya secado. Por el contrario, si son grandes, pínchelas con un agua, para sacar todo el aire y luego encole la zona suavemente con un trapo. Si con este método no basta, no dude en inyectar en su interior un poco de cola con una jeringuilla.
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